Un ciervo se quejaba de sus patas endebles y presumía de su cornamenta poderosa, decía:
- “¡Qué hermosa es mi cornamenta! En cambio, mis patas son feas, que hasta me da vergüenza”.
Cuando el ciervo se vio metido en estos pensamientos, oyó una jauría de perros.
Al intentar escapar, se quedó trabado por sus astas. El ciervo tenía mucho miedo, pero al final consiguió escapar con sus patas y dijo:
- ¡Las patas me han salvado!
“NO TE QUEJES DE LO FEO, PORQUE PUEDE SER MÁS ÚTIL QUE LO HERMOSO Y PERFECTO”